Cuando
eres un amante del cine en ocasiones te encuentras a ti mismo pensando si no es
posible que ya lo hayas visto todo, y que no exista ninguna película ahí fuera
que te pueda hacer sentir las experiencias que ya has vivido en anteriores
películas.
Debido a esta incertidumbre yo solía tener algunos ases en la manga,
unas películas en el tintero que me aseguraban que en tiempos de crisis podría
recurrir a ellas. En esta lista de cuentas pendientes estuvo durante muchos
años Philadelphia de Tom Hanks y DenzelWashington (simplemente genial), y estuvo durante más años aún la lista de Schindler, película que me negué a ver por
miedo a ser la última bala que me quedase en la recamara…y menuda bala.

Hace más o menos un año quemé mi
penúltimo cartucho con Fargo, y ayer cerré mi lista de cuentas pendientes con el indomable Will Hunting.
A pesar de que ahora me encuentro desamparado sin colchón de seguridad, he vivido una gran experiencia con la cinta de Gus Van Sant (responsable también de Descubriendo a Forrester, película que tampoco he visto por cierto, y que puede ser la siguiente por continuar este ciclo).
A pesar de que ahora me encuentro desamparado sin colchón de seguridad, he vivido una gran experiencia con la cinta de Gus Van Sant (responsable también de Descubriendo a Forrester, película que tampoco he visto por cierto, y que puede ser la siguiente por continuar este ciclo).
El indomable Will Hunting plantea la lucha interna de un genio matemático atrapado dentro de un adolescente “normal”, digo “normal” porque arrastra un pasado de maltrato infantil, y vive en condiciones algo precarias (con ver el ambiente donde se mueve, amigos y trabajo ya se capta esa idea, no sé si es necesario que Will vaya todo el día vestido con camisetas agujereadas por el cuello y pantalones manchados de pintura). En cualquier caso, es el descubrimiento del genio y el desarrollo personal de éste mientras -por más de una vía- se le intenta domar (haciendo un guiño al título en español de la cinta).
Para mí sin duda lo mejor de la película tiene nombre y apellido: Robin Williams, al que le dedicaré un párrafo justo después de destripar a los demás:
-
Damon – A mí
personalmente Matt Damon no me encanta…lo siento, también es verdad que no lo
he seguido mucho -también tengo pendiente la saga Bourne-, pero lo cierto es
que no me encanta, cumple con su trabajo y seguramente de manera notable, pero
nunca será para mí un Di Caprio.


- Affleck – No sólo no
me gusta, sino que su aparición en el reparto de una película suele propiciar el
inmediato descarte de la misma. ¿Alguien se creyó las caras de sufrimiento en
Armaggedon? ¡¡Qué se está sacrificando tu suegro por ti!! ¡¡¡¡que está muriendo
Bruce Willis!!!! No me convence, con sus pintas de guaperas y su cara de
faltarle un hervor con la boca abierta que parece borderline. Querido Ben, me
encantó Argo, pero hazme caso que fue en mayor medida por tus dotes de
dirección que de actuación. Y ahora te vas a meter en el traje de Batman… que
una cosa es ser Bruce Wayne después de la insulsa interpretación de George
Clooney y con el personaje comercialmente prostituido, y otra cosa es ponerte
la capa cuando el murciélago viene de la mejor adaptación de un personaje de
comic al cine de las historia, siendo además interpretado por uno de los
mayores artistas del gremio.
Y ahora sí, Robin Williams. Tengo que pedirle perdón a un actor que tenía totalmente olvidado. La última vez que lo vi fue en la comedia hasta que el cura nos separe (perfecta para desconectar el cerebro y pasar una hora y media mirando al vacío) y antes de ésta (y reapareciendo en esta entrada Christofer Nolan) en Insomnio, que por cierto me parece la peor película de Nolan y merecedora de una entrada entera del blog en el futuro sólo para quedarme a gusto. A parte de la desilusión de mis últimos encuentros con Williams, siempre será un autentico héroe de mi juventud con títulos como la señora Dobtfire, Hook –que no te puedes cansar de verla- o Jumanji. Por eso le tengo un cariño casi infantil, y no puedo evitar empatizar con el personaje del doctor Sean desde el minuto uno. La expresividad que muestra –en ocasiones se ve al actor conteniendo su alma cómica - es simplemente magistral. Para mi gusto pone la guinda que hace que además de presenciar una buena historia, se te quede ese regustillo tan agradable.
Y ahora sí, Robin Williams. Tengo que pedirle perdón a un actor que tenía totalmente olvidado. La última vez que lo vi fue en la comedia hasta que el cura nos separe (perfecta para desconectar el cerebro y pasar una hora y media mirando al vacío) y antes de ésta (y reapareciendo en esta entrada Christofer Nolan) en Insomnio, que por cierto me parece la peor película de Nolan y merecedora de una entrada entera del blog en el futuro sólo para quedarme a gusto. A parte de la desilusión de mis últimos encuentros con Williams, siempre será un autentico héroe de mi juventud con títulos como la señora Dobtfire, Hook –que no te puedes cansar de verla- o Jumanji. Por eso le tengo un cariño casi infantil, y no puedo evitar empatizar con el personaje del doctor Sean desde el minuto uno. La expresividad que muestra –en ocasiones se ve al actor conteniendo su alma cómica - es simplemente magistral. Para mi gusto pone la guinda que hace que además de presenciar una buena historia, se te quede ese regustillo tan agradable.
También
tengo cuentas pendientes con Robin Williams, Patch Adams, Buenos días Vietnam y
el club de los poetas muertos entre otras, así que tengo que ponerme las pilas.
Como
me gusta hacer de vez en cuando os voy a poner un trozito que destaco de la
película, en este caso es el chiste que cuenta Will y que sirve para romper el
hielo y comenzar a estrechar la relación paciente-doctor. Quisiera destacarlo
porque me parece un detalle curioso que en una escena posterior se ve a Sean
haciendo suyo el chiste con el camarero de un bar, contrastando con la escena
final de la película en la que Will le roba su frase, creo que es un matiz
oculto en la película que sirve como metáfora de la relación de ambos
personajes, y de cómo ambos son influenciados por el otro.
Para
finalizar sólo puedo recomendar una película que es una lección de vida, y que
podrás extrapolar a tus situaciones cotidianas siempre que tengas dudas sobre
el camino correcto.
Como
siempre si queréis disfrutarla hoy podes bajárosla aquí, aprovechad que aun no
me busca la policía por pirata.
Ahh, y
un pequeño extra, me resulta muy difícil ver una película con Matt Damon y Ben
Affleck sin pensar en los sketches que
protagonizaron en enero y febrero de 2008 junto a la pareja formada por Sarah
Silverman y Jimmy Kimmel en el programa de éste. Pequeño resumen, Jimmy Kimmel tenía la costumbre de terminar casi todos sus late shows diciendo: "A continuación teníamos preparada una entrevista con Matt Damon pero nos hemos quedado sin tiempo", haciendo siempre la misma coña, e incluso en algunas ocaciones apareciendo el propio Matt Damon simplemente para disculparse ante él por la falta de tiempo y despedir el programa. La actriz
cómica se plantó un día en el programa con un genial vídeo en el que aseguraba que
estaba poniéndole los cuernos a Kimmel precisamente con Matt Damon.
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