miércoles, 29 de octubre de 2014

3 Metros Sobre el Cielo, y Tengo Ganas de Tí

Como un gran maestro Sith dijo una vez: “Si se desea conocer el gran misterio de la fuerza, ésta debe estudiarse desde todos sus ángulos”, esa es la frase que voy a utilizar como excusa para justificarme por haber visto 3 metros sobre el cielo, y Tengo ganas de ti. De todas formas, como soy un ser piadoso, voy a intentar ser justo en mi criterio a la hora de valorar estas dos películas.

Para empezar, es importante posicionarse mentalmente en el sitio correcto, bueno… realmente para empezar le relatas a tu novia la lista de 23.345 películas que según IMDB son mejores que éstas, y lo valiosas que son 4 horas de tu vida, pero no tendrás suerte intentando convencerla, ya que siempre llevará clavada la espina de las 2 trilogías de Star Wars que le hiciste ver…
Como decía es importante posicionarte mentalmente antes de comenzar. Estamos ante películas para féminas adolescentes de floreciente hormonación, en las que todo vale con tal de contar una historia de amor para que puedan convencer a sus padres y novios (true story) para que las lleven al cine. Dentro de este marco ¿Cuándo debemos tragar saliva y mirar para otro lado en esta película? Pues cuando se dan situaciones total y absolutamente irreales, como por ejemplo los increíbles fiestones de Principado de Mónaco que se pegan los pijillos de 15 años, o las barriobajeras, latinkingeras, toofasttoofuriuseras orgías de moteros macarras, y chonis que se pegan los niños de 20. Hay más ejemplos, yo por ejemplo no sabía que en Barcelona se puede circular en moto sin casco sin problemas (buen ejemplo para los chavales), o que puedes hacer el amor en lo más alto de la ciudad con un foco alumbrándote, y no solo no te ve nadie, sino que ni pasas frío ni nada, que Barcelona no es Sevilla queridos.

Bueno, supongamos que miramos para otro lado en todas estas cosas que a fin de cuentas están ahí para adornar la historia de amor, hasta las películas de tiros tienen exageraciones para adornar la acción. Vamos con la primera película:

No quisiera extenderme mucho porque la verdad es que esta película no tiene mucho por donde salvarse. Los personajes son estereotipados alcanzando límites demenciales. Mario Casas, -nacido para estos papeles- hace lo que mejor sabe, pero de una forma tan exagerada, y tan sobreactuada que chirria. María Valverde para mi gusto está demasiado comedida, más de lo que el personaje exigía a mi parecer, en cualquier caso la mejor actuación de la película. Luis Fernández es lo peor que le ha pasado al cine español desde que Belén Esteban salió en Torrente 4. Es verdad que en algunos momentos te puedes dejar envolver por la fantasiosa historia de amor, pero los diálogos son insulsos, los traumas del pasado de H, y origen de su rebeldía creo que son poco creíbles, o como poco insuficientes para que una persona pase de ser un empollón a ser el más malo del barrio.
En conclusión una película descaradamente dirigida a hacer caja entre el público juvenil.


La segunda ya es otro cantar. Y aquí me paro a hablar del director de ambas películas, Fernando González Molina. Va haciendo sus pinitos en el séptimo arte alternándolos con la dirección de series de televisión. González Molina tiene una predilección obsesiva por Mario Casas, una relación al más puro estilo Burton-Deep, que hace que únicamente haya realizado dos trabajos sin asociarse con el actor: Bienvenidos al lolita y Luna. Todo lo demás son colaboraciones de ambos. El romance comenzó en los hombres de Paco, más tarde Fuga de cerebros (donde se le debe agradecer aquel inútil desnudo de Amaia Salamanca), el barco, las dos películas que nos ocupan, y una última con fecha de estreno para 2015, palmeras en la nieve. En cualquier caso, el director que lo conoce mejor que su madre, creo que en esa película le pone el caramelito no tanto para que luzca abdominales como en la primera (que también), sino para que saque sus dotes actorales, y lejos de ser una genialidad, creo que en esta película Casas se luce.

Pasa mucho en las grandes sagas del tipo Harry Potter, los Juegos del Hambre, o Crepúsculo, que el primer capítulo es un gancho para el público más joven, y a medida que la saga va avanzando (y ese público joven va creciendo) la historia va tomando matices más serios, mejor estructurados y más complejos. En este caso no estamos ante una gran saga de Hollywood, pero el ejemplo se puede palpar en estas dos películas. En tengo ganas de ti vuelven los mismos ingredientes: amor, desamor, pijos, chonis, pero esta vez están contados de forma muy diferente, la madurez de Mario Casas de una película a otra es la madurez que alcanza la propia película. La historia de amor es más intensa, la historia de desamor es más desgarradora, la amistad está reflejada más profundamente, aunque posee sus toques edulcorados y fantasiosos, es más real, hace reflexiones vitales que te pueden dejar pensando, no se centra solo en el pasteleo de la historia de amor. No quiero decir con esto que sea la nueva El tigre y la nieve, ya avisé al principio que la crítica iba a ser benévola. Pero no sé si fue por el mal sabor de boca que me dejó la primera entrega, que esta segundo no me disgustó tanto. La participación de Clara Lago le da un poco de color a la película, y no desentona, pero tampoco hace una intrerpretación fuera de serie. Mario Casas sin embargo, que viene de hacer la primera con la gorra, en esta arriesga (o el guion le obliga a arriesgar) más, y está bastante más pasable que en la primera película, con alguna escena muy resaltable. María Valverde en esta película es poco más que testimonial (Dios vaya spoiler!!!!)

En conclusión, la primera película es infumable, sólo recomendable para muy muy fans de Mario Casas, que no es mi caso. Pero la segunda (sobre todo si vienes con las expectativas que deja la primera) tiene un regustillo más maduro...con más cuerpo, y un pozo un poco más intenso. Como dije al principio, si asumís que lo que vais a ver es una historieta de amor adolescente y no le pedís más, puede hasta que la disfrutéis.

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