Hace casi 10 años, un compañero de mi facultad, de gustos cinematográficos atípicos (más o menos los que tengo yo ahora dos lustros después) me recomendó como parte de una interesante lista de imprescindibles, la película Hierro 3. Antes de hablaros de ella, tal como os he prometido, os voy a convencer de la genialidad del cine oriental.
Tengo pensado tres post futuros sobre el cine oriental, así que a continuación voy a hacer un resumen que puede servir de tráiler, para que vayáis tomando contacto con lo que puede ofrecer el mercado asiático.
La trilogía de la venganza de Park Chan-wook. Este director Surcoreano tiene el honor de ser el autor de una de las mejores películas que he visto nunca: Old Boy (el reciente remake americano podéis quemarlo). A pesar de que la historia (inspirada en el manga homónimo) es potentísima, lo que hace especial a Park Chan-wook es la forma que tiene de mimar sus obras. No digo imposible, pero si será muy difícil encontrar un director comercial que maneje los planos, la fotografía y el ritmo de la historia como lo hace él. Algunas escenas de sus películas son pura poesía. Por si fuera poco Old boy se engloba dentro de lo que se conoce como la trilogía de la venganza, junto con Sympathy for Mr. Vengeanze y Sympathy for Lady Vengeance. Dos historias que aunque no alcanzan a Old Boy te activan los cinco sentidos. Como dato curioso, el cineasta grabó un mediometraje de 30 minutos sólo y exclusivamente con la cámara de un iphone 4, Night fishing, por si tenéis curiosidad.

Una vez presentadas estas alegaciones os voy a hablar sobre Hierro 3. Esta atípica película gira en torno a un joven que sobrevive ocupando casas mientras sus dueños no las habitan, normalmente por que están de vacaciones.
Para empezar un punto interesante es que el protagonista no tiene intención de robar ni hacer vandalismo, él simplemente toma prestado el habitáculo, y a cambio riega las plantas, limpia el piso o arregla algunos desperfectos. La trama se complica cuando entra en una casa que aun cuenta con una habitante. La protagonista del film vive una vida miserable por culpa de su violento marido, y enseguida conectan y se dan cuenta de que son almas gemelas.
Este sería un pequeño resumen de la historia sin desvelar nada, pero me gustaría profundizar un poco más. Para empezar la película prácticamente no cuenta con diálogos –leyendo esto ya hay dos o tres que le han dado a la ‘X’ de la pestaña del navegador--, para los que aun no os habéis asustado os cuento que es fascinante ver cómo se va contando la historia sin necesidad de que los protagonistas hablen. Los personajes se muestran sólo con sus acciones y gestos, y llegas a comprender perfectamente como son, y las inquietudes que tienen, las escenas en las que se van conociendo y se van enamorando son geniales, porque al no comunicarse, se puede ver en sus caras la esencia misma de cómo se gesta un sentimiento de amor. La historia se trunca como no podía ser de otra manera, y da un pequeño giro, y es ahí donde la cinta muestra la magia que se estaba reservando, para premiar a los espectadores que no se hayan cansado hasta llegar a ese punto. En el tramo final vemos como el protagonista, que toda su vida a vivido de casa en casa como un fantasma, consigue las habilidades necesarias para convertirse realmente en un fantasma (no sé yo hasta qué punto se puede conseguir en la vida real, pero tiene una belleza onírica que le pone la guinda a la historia de amor de la película). La escena final es de una belleza superior, mostrando que si hay amor cualquier cosa por imposible que parezca se puede conseguir.
He releído el párrafo y la verdad es que me he puesto demasiado ñoño, pero no todo en el cine es acción y sangre, de vez en cuando se puede hacer una parada en el camino para oler las flores –como decía si google no me falla Walter Hagen-. Y esta flor vale la pena olerla, eso sí, y esto es muy importante, no podéis ver esta película esperando una obra maestra del cine, ni siquiera esperando cine, esta película es más parecida a una poesía, o a un cuadro. Te cuesta 10 euros un retrato super logrado de un artista callejero, y se pagan decenas de millones por cuatro figuras geométricas que si te bebes una botella de orujo pueden llegar a parecer una persona, pero las pintó Picasso. Si no sabes de arte no vas a entender esto, y si no vas con la actitud de disfrutar las pequeñas maravillas del cine más atípico, no te va a gustar Hierro 3.
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