Muy buenas a todos, después de unas inmerecidas vacaciones, vuelvo al blog con muchísimo material sobre lo que he podido ver en esta época estival entre siesta y siesta, y cerveza y cerveza.

Pero antes permitídme que le dedique mi vuelta íntegramente a uno de los símbolos de mi infancia y de la de todos vosotros, Robin Williams. El destino hizo que hace pocas semanas viese por primera vez la que posiblemente sea su mejor película, el indomable Will Hunting, y ya en la
reseña que puse le dediqué todos los elogios habidos y por haber, y mostré mi intención de retomar su trabajo después de haberlo tenido olvidado tantos años. Desgraciadamente no podremos disfrutar de más trabajos suyos, pero que a nadie se le olvide que Robin Williams no ha muerto, simplemente se ha ausentado, y cuando se te pongan los pelos de punta oyéndolo cacarear en
Hook, leyendo del tablero de juego la palabra
Jumanji, o viéndolo bailar con la aspiradora disfrazado de la
señora Doubtfire sentirás como sigue vivo dentro de ti. Y esto por supuesto atacando a la infancia de los niños ochenteros, pero si quieres preparar los pañuelos de verdad, el indomable Will Hunting como ya he dicho antes,
El Club de los Poetas Muertos,
Patch Adams y
Good Morning Vietnam entre tantísimas obras que nos ha regalado pueden ser más que emotivas.
Ojala se hubiese podido montar en un Jeep y encontrarse con ese convoy de militares que rogándole unas sonrisas le devolvieron las ganas de continuar emitiendo en la radio de Saigón, ojalá eso, o unos polvos de hada, o un poco de
Flubber pudieran haberle devuelto las ganas de vivir.
Quisiera lanzaros la pregunta que no deja de darme vueltas desde que se suicidó… si el mundo hubiese sabido de su depresión ¿Quién no se habría subido a su pupitre para demostrarle su cariño con un “oh capitán mi capitán”?
Me siento fatal por dedicarle una despedida en la que prácticamente me estoy conteniendo las lágrimas, porque estoy seguro que a él le hubiese gustado que se nos dibujara una sonrisa cada vez que le recordásemos, pero es que el vacío que deja es inmenso.
Para terminar os dejo con una de las imágenes más emotivas que he visto en la red, en otro de los papeles de su vida, que desgraciadamente en España no pudimos disfrutar por la tiranía del doblaje.